dimecres, 6 d’agost del 2008


Aún no sé porqué soy incapaz de parar esto.
Las cosas cuanto más las detestas parece ser que más atrapan.
Soy esclava de mis objetos,
estoy harta de protegerlos y darles un sentido.
Mi cocina sin mi ya no tendría sentido, por ejemplo.
Pero alguien se lo dará, a no ser que me empeñe en darle otra utilidad,
así el día que mi cocina sea máquina de coser,
significará que todo ha acabado y puedo por fin volver a empezar.
Me esmeraré para que el tendedero sea la mejor estantería,
siempre bajo supervisión, así también daré trabajo,
ayudaré a otros, para que comprendan que las cosas pueden cambiar.
Me cagaré en los libros y leeré en la mierda el pasado de mis ancestros.
Tomates, patatas y cebollas serán esos primos que nunca tuve.
Las calles serán ríos de sangre y mis venas autopistas a las estrellas.
Las infecciones serán las madres de los ejércitos,
y esos ejércitos leucocitos estúpidos que actúan por orden de un cerebro que es el de todos.

Soy un leucocito que no quiere ser más la espina de una rosa que ya está muerta.